Construyendo la integración desde abajo de los pueblos. Impulsando el ALBA y la solidaridad de los pueblos, frente al proyecto del imperialismo.
1- El capitalismo ha entrado en una crisis profunda, que intenta descargar sobre nuestros pueblos.
El capitalismo central está sacudido por una crisis estructural, que cuestiona los paradigmas difundidos por el neoliberalismo, y que promueve su propia deslegitimación. Es una crisis del sistema, que genera sobreproducción de mercancías, sobreacumulación de capitales, y como contracara, el incremento brutal de la pobreza, la desigualdad, la explotación y exclusión de los pueblos, y el saqueo, contaminación y destrucción de la naturaleza.
Los capitalistas pretenden descargar con mayor violencia su crisis sobre los trabajadores y trabajadoras, sobre los excluidos y excluidas, socializando las pérdidas, socorriendo a los banqueros y subsidiando a las grandes empresas trasnacionales con los fondos públicos. Al mismo tiempo se agravan las políticas que en estos años de globalización mundial, han desarrollado un silencioso genocidio de nuestras comunidades originarias, han promovido la precarización de miles de hombres y mujeres -especialmente jóvenes y ancian@s-, arrasando con los derechos humanos, laborales, sociales, destruyendo las posibilidades de acceso a la educación, la salud, la tierra, el trabajo, la vivienda.
No es necesario describir las múltiples consecuencias sobre la vida cotidiana de los pueblos de la ofensiva de las corporaciones trasnacionales, que avanzaron en la recolonización de América Latina, considerada por las mismas como un gran botín para sus negocios. Denunciamos en distintos foros internacionales y nacionales que nuestras enormes riquezas naturales, y la creatividad cultural de nuestras comunidades, están siendo arrasadas en nombre del “progreso”, la “civilización”, y el “desarrollo” capitalista.
Las fuerzas del capital trasnacional y de los grandes grupos económicos locales -expresados por ejemplo en las denominadas multilatinas-, asociadas a una parte considerable de los gobiernos de la región, bajo el mando de la hegemonía norteamericana, desarrollan su ofensiva, y hoy promueven variaciones del ALCA, a través de los TLCs con EE.UU. y Europa. Estas políticas han empujado a la desaparición de poblaciones completas, arrasadas por los megaproyectos de las industrias extractivas y agroexportadoras, y han condenado a los pueblos a una difícil sobrevivencia, asfixiándonos con una deuda externa ilegítima y usurera, desconociendo la soberanía popular y la soberanía nacional. Proyectos e iniciativas como la IIIRSA (Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana), esconden tras el desarrollo de interconexiones en infraestructura, la apropiación trasnacional de los bienes de la naturaleza.
Para imponer esta lógica, el capital refuerza la violencia y el control militar, promoviendo guerras, invasiones, agresiones, así como el establecimiento de bases militares, de ejercicios militares conjuntos, y la criminalización de los movimientos populares, la persecución de los líderes, así como el desalojo de poblaciones completas. Utilizan intensamente a los medios de comunicación de masas para manipular el consenso de la opinión pública a las políticas represivas, a la penalización judicial, e incluso los asesinatos de luchadores y luchadoras populares. Con conceptos como los de “ordenamiento territorial”, o “seguridad democrática”, se utiliza la matriz de pobreza y exclusión de nuestras sociedades, para el reclutamiento de ejércitos de civiles, y la manipulación de las comunidades con un sentido contrainsurgente. Es en este contexto que EE.UU. activó la IV Flota, como amenaza para los procesos sociales transformadores en el continente, y que en muchos de nuestros países los gobiernos y parlamentos copian los paquetes de leyes “antiterroristas” que utilizan para combatir a los pueblos.
Esta crisis representa una enorme amenaza para nuestros pueblos, pero también vemos en ella una nueva oportunidad para promover alternativas populares al sistema, avanzando hacia un cambio estructural, cuya vigencia y viabilidad se vuelven incontestables. Ver más
Belém, 30 de enero del 2009
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